El origen de los gatos se estima fue hace 12 millones de años (muchísimo tiempo), y se cree que fueron los egipcios los primeros en domesticarlos para que los ayuden a cuidar el trigo, que era devorado por las ratas. Fueron los fenicios los que “desparramaron” a los gatos por distintos países y los llevaron a Europa…

Los gatos han tenido que soportar una época en la que fueron “perseguidos”. Durante la Edad Media fueron considerados como el mismísimo Diablo. Pero luego desde el siglo XVIII recuperaron su lugar de privilegio que hoy tienen, donde en cada casa que viven tienen todas las comodidades y son los mimados de la familia.

En Italia, actualmente, los gatos son una especie de mascotas públicas. Se les puede ver en las plazas y parques y no falta una mano piadosa que se ocupe de ellos.

Pero su gran época de gloria fue sin dudas en el Antiguo Egipto, donde las leyes prohibían la exportación de gatos, y quien ocasionara la muerte de un minino (aunque fuese accidentalmente) sufría la penal máxima, la condena a la muerte. Además, los ciudadanos egipcios que encontraban un gato fuera del país, estaban obligados a tomarlo y llevarlo de nuevo a Egipto.

Cuando un gato doméstico moría, los miembros de la familia se enlutaban y se rapaban las cejas en señal de dolor. Los gatos de las familias más ricas, al morir, eran momificados y embalsamados.